HIPOCRESÍA ECLESIÁSTICA

Sí, la IGLESIA en mayúsculas es hipócrita. Es mi opinión.

Una IGLESIA que vive en la opulencia rodeada de las mayores comodidades que uno pueda pensar.

Una IGLESIA capaz de decirle a los demás como tiene que vivir su vida.

Una IGLESIA  que tacha de enfermos a personas por su condición sexual.

Una IGLESIA dónde, tras sus puertas cerradas,  se han cometido y se cometen las mayores vejaciones con niños.

Una IGLESIA que a lo largo de su historia ha sido sinónimo de poder, represalias e inquisición.

Una IGLESIA machista y retrógrada, incapaz de reconocer los derechos de las mujeres.

Una IGLESIA que prefiere que millones de personas mueran de Sida antes que usar preservativo por estar en contra de los preceptos del Señor.

Una IGLESIA que invierte en bolsa y gana dinero especulando, mientras no paga ni un impuesto.

Una IGLESIA que se cree con el derecho de decidir que educación deben tener nuestros hijos.

Una IGLESIA que está politizada con la ultraderecha y el opus.

Cada día que pasa más me avergüenza pertenecer a una comunidad cristiana gobernada por una IGLESIA como la que he descrito.

Sin embargo, la iglesia que trabaja a pié de calle, aquella que escucha a la gente, aquella que vive por y por los necesitados, aquella que vive en la generosidad, integración, que lo da todo sin pedir nada a cambio, esta iglesia en minúsculas es por la que hay que luchar, es la que hay que defender. Esta iglesia que trabaja con lo justo, y al margen de las doctrinas marcadas por el Papa de turno, es la que se merece nuestro reconocimiento. Y desgraciadamente es de la que menos se habla.

Cada vez más la sociedad está más alejada de la IGLESIA, pero a su vez esta sociedad tan maltrecha y vacía de valores, necesita esa iglesia modesta donde encontrar amparo y consuelo. Porque creer y tener fe es necesario para seguir luchando.