El éxito esconde muchas trampas. Más de las que nos podemos imaginar. Mal administrado puede convertirse en un remolino que te absorve y te engulle.
El éxito proporciona una felicidad efímera y una soledad inmensa cuando llega de repente. Te sube a una nube sin que te dé tiempo a colocar protecciones para la caida.
No todas las personas estamos preparadas para tener éxito. Aunque a tod@s nos gustaría saborear por un instante su sabor.
Vivir el éxito con los piés en la tierra sería lo más sensato. Pero ¿que cabida tiene la sensatez cuando se vive a tope convertido en un ídolo? ¿cuando todo lo que tocas, cantas, miras, usas...se convierte en oro?
La muerte de Whitney Houston no ha hecho más que confirmarme que el éxito tal y como nos lo venden es mentira.
Ha sido muy habitual a lo largo de la historia que grandes artistas caigan en un abismo tras el éxito: drogas, alcohol, enfermedades, falta de autoestima, dependencia, falsa realidad, etc. Hay muchos ejemplos desgraciadamente: Michael Jackson, Amy Winehouse, Kurt Cobain, Jimmy Hendrix, Antonio Vega, Enrique Urquijo, etc.
¿Cómo es posible que teniéndolo todo no tengan nada en realidad? ¿Han sido y son mercancias? ¿Donde queda la persona que hay detrás de esas grandes voces, de ese gran talento? ¿A quién les importa lo que sienten, lo que quieren? ¿Alguién les escucha cuando se sienten perdidos y sólos en la cima del mundo?
Y seguirá pasando. Hay muchos candidatos: Justin Beiber, Britney Spear, Daniel Radcliffe, etc.
Y lo más triste es que no hay solución mientras el éxito sea una mina con la que unos pocos se hagan de oro.
2 comentarios:
Interesante conclusión que extraes de los llamados "muñec@s rot@s" pero mucho me temo que es un problema antiguo. Yo creo que tanto como el ser humano desde que habita este mundo.
Imagino que se seguirán dando casos con que alimentar el mito de los que alcanzan la fama. Y no creo que los culpables sean, sólo, los que escoltan a las estrellas.
Aunque mucha responsabilidad tienen (Arantxa dixit...)
Un beso
Me parece muy triste que sea tan recurrente el asunto. Es una pena, pero la culpa, por decirlo de alguna manera, la tienen todas las partes...
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