Es curioso como nos complicamos la vida.
Cuando llevamos todo el año currando, nos sentimos cansados, quemados, hartos, con muchas ganas de desconectar y tomar una merecidas y necesarias vacaciones. Hacemos planes para llenar ese tiempo vacío de responsabilidades. Intentamos concentrar en unos días lo que no podemos hacer en los once meses restantes.
El último día de trabajo antes de las vacaciones, nos lo solemos tomar como una fiesta, estamos más relajados, repartimos marrones a diestro y siniestro. Hablamos con unos y con otros sobre nuestros planes con una sonrisilla de felicidad que no se nos quita de la cara. Empezamos nuestras vacaciones y hay que estar relajados que para eso son no??.
Durante los días de descanso, empezamos a desarrollar nuestros planes y al principio no queremos salirnos de la raya marcada...porque eso es lo que quieres hacer y hay que llevarlos a cabo porque luego inmersos en la rutina no puedes asumirlos.
Pero siempre la realidad supera a la ficción.
Hay imprevistos, en algunas ocasiones prisas, planes no esperados.
Los cinco libros que metiste en la maleta, siguen allí sin abrir porque no has tenido tiempo con tanta cervecita en el chiringuito, comida y sobremesas. Los niños se ponen malos cuando pretendes salir al cine o a pasear relajadamente por el puerto marítimo. Resulta que la habitación del hotel, casa o piso alquilado no era lo que esperabas. El avión o barco sufren retrasos en sus salidas y/o llegadas. El coche se te avería....
Mira que hay meses en el año, pero tiene que pasar en vacaciones.
Pasan los días, y el plan trazado no sigue su curso. Y empiezas a agobiarte, a pensar que todo es un desastre. Te quedan sólo tres días para volver a la rutina y no te sientes satisfecho. O bien, has hecho tantas cosas que has perdido el sentido de lo que realmente necestiabas en vacaciones.
El caso es que cuando llegamos a casa, después de tanto "despiporre", nos sentimos deprimidos, ansiosos...vamos que sufrimos "síndrome post-vacacional".
A mi entender, otro síndrome sacado de la chistera de los psicólogos o entendidos para rellenar telediarios...¡¡¡¡
Las vacaciones son para hacer lo que a uno le venga en gana dentro las posibilidades de cada cual. Lo mismo da que te leas 1, 5 o ningún libro. Que hayas ido a la playa, piscina o te hayas quedado en casa. Que hayas viajado o te hayas quedado en tu pueblo de toda la vida.
Lo realmente importante es que cuando llegues a las ocho de la mañana a la oficina te sientas satisfecho y descansado.
Si alguien cuando está deshaciendo las maletas en su casa está deprimido es que algo no ha funcionado y no creo que sea algo psicológico. Simplemente, las cosas han salido como han salido, bien, mal o regular...y sólo hay que esperar a que cuando tengamos otros días de descanso sepamos aprovechar mejor o igual nuestro tiempo.
Mandemos todos a la porra al síndorme post-vacacional que ya bastantes problemas tenemos ¡¡¡¡
2 comentarios:
Una chorrada lo del síndrome post-vacacional, casi tanto como la tomatina, la fiesta del agua, el lanzamiento de huesos de aceituna, y otras memeces veraniegas.
En realidad la gente se aburre en vacaciones y lo que le va es el curro, el reloj, la halitosis del jefe, y la nominita de fin de mes. O más.
Que razón tienes ¡¡¡
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